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La era naranja

  • Foto del escritor: Sebastian Aguilar
    Sebastian Aguilar
  • 21 ago 2019
  • 3 Min. de lectura

La llegada de Iván Duque a la presidencia de Colombia marcó también el comienzo de una nueva era en la consolidación de las industrias creativas en el país (también denominadas de forma genérica como economía naranja). Y aunque la misma no corresponde a un fenómeno nuevo, si ha iniciado una fase de reconocimiento durante la nueva administración nacional.

Para aclarar el uso del término en lo que resta de ésta publicación, la economía naranja se entenderá como aquellas prácticas comerciales que fundamentan su sistema de aplicación en “bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial” (Ministerio de Cultura, Gobierno de Colombia), las cuales se caracterizan por tener un alto valor intelectual.

Bajo esa definición, en Colombia, el crecimiento de estrategias y proyectos que ayuden a las industrias culturales a formar un nicho dentro de los mercados nacionales responden al impacto que ha tenido el modelo en la región. De hecho, “en el 2015, la economía naranja en América Latina y el Caribe sostuvo una cantidad de puestos de trabajo comparables con los que genera toda la economía de Costa Rica o Uruguay” (Luzardo, de Jesús & Kenderish, 2017), lo cual demuestra los avances que se han producido en las sociedades modernas en medio de la construcción de un sistema económico novedoso.

Pero también denota la búsqueda de la movilización de las tendencias tradicionales del mercado (como la ganadería y la minería) hacia actividades como la gastronomía, el turismo, la tecnología, la producción audiovisual, digital y publicitaria, entre otros.

Ahora bien, la economía naranja se enfrenta a diferentes retos durante su proceso de consolidación. Quizá el más importante, tiene que ver con la difusión de su modelo y la adaptación de su estructura y funcionamiento al interior de las comunidades a través de la educación. Esto último tiene que ver con la capacidad de convencer, no solo a las instituciones académicas, sino también a las organizaciones y empresas, del valor agregado que poseen las industrias creativas.

Portada de Economía naranja | Para acceder al documento dele click a la imagen

En ese sentido, se hace primordial que en el futuro “las empresas, independiente de su tamaño, [estén] en la capacidad de desprenderse de la forma en que desarrollaban sus productos y servicios para seguir invirtiendo en la atracción de nuevos talentos, que sean capaces de diseñar otras lógicas para la creación [de] valor” (Luzardo, de Jesús & Kenderish, 2017)

De esa manera, es primordial que los entes del sistema comercial le otorguen un espacio a la creatividad al interior de sus estructuras con el fin de convertirse en referentes en materia de innovación y liderar procesos organizacionales al interior de la nueva economía emergente. Ello permitirá que en el futuro no dependan de los demás competidores al interior del mercado y que no se vean obligados a convertirse en seguidores de sus estrategias de producción, distribución y comercialización. En Colombia, la economía naranja hace parte ya de la agenda gubernamental que busca que la población se involucre con las nuevas tecnologías y se anticipe, además, a los cambios que traerá lo que es considerada la cuarta revolución industrial, la cual le apuesta a los productos y servicios innovadores en una era en la que sobresale la oferta y con ella los retos para su autenticidad y diferenciación.

Referencias:

Luzardo, de Jesús & Kenderish (2017). Economía naranja. Innovaciones que no sabías que eran de América Latina y el Caribe. México: BID.

Ministerio de Cultura, Gobierno de Colombia. ABC de la economía naranja. Recuperado de http://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/SiteAssets/ABC%20DE%20LA%20ECONOM%C3%8DA%20NARANJA.pdf

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